Dice Tadej Pogacar que el recorrido del Tour de Francia parece diseñado para asustarle; que el miércoles se ascendió Hautacam y esta semana el Mont Ventoux y el Col de la Loze, que son escenarios en los que hincó la rodilla frente a Jonas Vingegaard. También se pasó por Combloux en el reciente Critérium du Dauphiné: sólo ha quedado sin explorar el Col du Granon. No obstante, si de verdad ha pasado miedo no se ha notado. En junio ofició el esloveno una primera revancha incontestable que repitió la semana pasada en los Pirineos. Y este martes se encuentra ante la oportunidad de una tercera en el Gigante de la Provenza.
Será una jornada unipuerto. Los primeros 150 kilómetros serán completamente llanos para ofrecer la posibilidad de un regreso suave a la competición después del día de descanso… o de una tortura prolongada, si la posibilidad de una victoria de etapa y la certeza de un maillot verde en juego provocan que la pelea por la escapada sea larga y encarnizada. La lucha de gigantes será, en todo caso, inevitable en las rampas de un Mont Ventoux que se asciende por su vertiente más exigente. Jonas Vingegaard tiene más de cuatro minutos de desventaja que enjugar y dice estar dispuesto a jugarse el segundo puesto de la general en pos del primero. Ésta será la primera de las tres jornadas de alta montaña a su disposición para convertir las palabras en hechos, tratando de derribar de un hondazo al Goliat arcoíris.