Por definición, el Tour de Francia transmite la idea de viajar. Dejando aparte una incursión en Évian en 1926, hubo que esperar hasta los años 50 para que la ronda gala decidiera aventurarse fuera de París, y nada menos que hasta 1954 para que el pelotón rodara por el extranjero, en concreto por las calles de Ámsterdam.
Desde la posguerra, 55 localidades en total han conocido de primera mano el ambiente de los últimos preparativos y de la llegada con cuentagotas de los equipos, siempre aportando sus pinceladas y su energía particular a la edición correspondiente.
En 2026 será todo un orgullo y una alegría para Barcelona volver a acoger el Tour de Francia, ofreciendo un marco único para esta Grand Départ que los barceloneses esperan con tanta impaciencia como entusiasmo.

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