La jornada inaugural del Tour de Francia 2025 fue un homenaje al ciclismo moderno: ése que, contagiado por la velocidad y la exigencia endiabladas que imperan en la sociedad, dicta un estilo de competición voraz, nervioso, un punto cruel. Igual que hay personas que se miran al espejo por las mañanas y se piden ‘ser su mejor versión’, o que consideran que ‘un día sin mejorar es un día perdido’, a cada miembro del pelotón se le pide algo más en cada etapa. Hace 15 ó 20 años, una travesía llana como la del sábado hubiera pasado sin pena ni gloria, sin más historia que el sprint masivo que la cerrara. En Lille, en cambio, hubo carrera durante la mayor parte del día. Los nervios creados por la anticipación de los nervios que vendrían fueron espoleados por el viento para crear un incendio que costó algo más de medio minuto a Remco Evenepoel y Primoz Roglic, y además mandaron a casa a dos contrarrelojistas que iban a ser importantes en Caen como Filippo Ganna y Stefan Bissegger. También coronaron al ciclista y el equipo que mejor se manejan en estas circunstancias de llano y agitación.
El reto ahora para Jasper Philipsen y su Alpecin-Deceuninck, magistrales en Lille, es calcular cuál es la mejor defensa posible para su maillot amarillo. Básicamente: preguntarse si el velocista belga puede conservarlo en el quebrado final de Boulogne-sur-Mer o es mejor apostar por su compañero Mathieu Van der Poel, so pena de que una bonificación permita a Biniam Girmay ‘distraerles’ el liderato en la general. El sube y baja constante en busca de la costa desgastará al pelotón entero; las tres cotas de los últimos 10 kilómetros, meta incluida, pueden ser demasiado para los velocistas puros; y, por si faltara poco, la meteorología será incómoda con lluvias ocasionales y viento constante, por momentos poderoso. Wout van Aert advirtió que habría etapas que se disputarían “como una clásica”, y ésta es una de ellas. Si se sigue el patrón de la inauguración en Lille, sucederán muchísimas cosas; tantas, que no sabremos cuántas han pasado hasta que lleguemos a meta. Es el ciclismo moderno. Es la vida moderna.
