No me puedo creer lo que ha pasado hoy. Gracias a mi compañero Alberto Bettiol, que ha estado fortísimo y ha rodado mucho tiempo solo en cabeza de carrera, he podido guardar energías yendo a rueda del resto de perseguidores. Luego he tenido que ir a tope durante prácticamente toda la subida final, y aun así me he descolgado un par de veces en los últimos kilómetros. Por suerte, cuando nos hemos juntado de cara al sprint, yo estaba ahí para disputar. Al entrar en la recta final, supe que la etapa podía ser mía. Esprintar en falso llano ascendente es muy duro para las piernas, pero he tenido la suficiente fuerza para imponerme.
Para un corredor como yo, no hay nada más grande que ganar etapas en el Tour de Francia. Es lo máximo que puedo conseguir en la mejor carrera del mundo. Ya conseguí una victoria en mi primera participación, y ahora vuelvo a saborearla. Estos años no he parado de intentar repetirlo, pero no me había sonreído la suerte.
