Diez meses después de haber protagonizado un impresionante cambio de tornas, cuando el Tour de Francia parecía estar zanjado y la victoria destinada a su compatriota Primož Roglič y tras lucir el maillot amarillo una única jornada en la última edición, esta vez Tadej Pogačar ha dominado la prueba, convirtiéndose a sus 22 años en el corredor más joven de la historia que gana dos ediciones del Tour de Francia. Además ha hecho gala de una gran serenidad y autoridad que muestran todo el camino recorrido.
Todos los dos veces campeones de la prueba, victorias consecutivas o no, coinciden en señalar que "siempre es más difícil confirmar la victoria que ganar el Tour de Francia por primera vez". Pues parece que esta máxima no se puede aplicar de forma tan clara a Tadej Pogačar. Mucho antes de la salida de Brest, el vigente campeón tuvo que asumir su papel de favorito, rol que compartía de forma menos evidente el pasado mes de septiembre (con Bernal, Roglič, Pinot, ¡no hay que olvidarlo!). Sin embargo, no parecía considerar la atención excesiva como una carga y encaró su misión sin complejos, plenamente consciente en esta ocasión de sus capacidades, confirmadas por una hoja de ruta irreprochable al comenzar la temporada: victoria en tres de las cuatro carreras por etapas en las que ha participado, así como en la Lieja-Bastoña-Lieja. ¿Fue precisamente la confianza la que permitió a Pogačar evitar las caídas en las primeras etapas? Difícil saberlo, pero tras tres etapas, se vieron diezmadas las filas de sus rivales. Como buen estratega, seguro que se percató enseguida de que no tendría que lidiar con Roglič, su hermano mayor en el pelotón... e hijo predilecto de la patria eslovena.
Sin embargo, los aspirantes al título, afectados por las caídas, como Geraint Thomas, o lejos de los primeros puestos como Miguel Ángel López, no habían renunciado a sus opciones cuando Pogačar asestó su primer gran golpe durante la contrarreloj disputada en Mayenne. Sin embargo, el veredicto de Laval sirvió de aviso general a sus rivales directos, incluyendo aquellos que habían sufrido menos percances en los días precedentes. Tres días más tarde, la secuencia de subidas del col de Romme y luego al puerto de Colombière le ofreció la ocasión de dejar aturdida a la competencia en el Grand Bornand. En 10 kilómetros de ascensión, logró sacar importantes ventajas de tiempo a Carapaz, Urán, Mas, Gaudu, Vingegaard o Quintana. En la primera etapa de montaña, quedaba claro el percal: harían falta esfuerzos mucho mayores para hacer tambalearse a "Pogi" y arrebatarle el maillot amarillo que acababa de conquistar.
Con sus dos victorias logradas vestido de amarillo en el puerto del Portet y acto seguido en Luz Ardiden, el chaval de Komenda culminaba su transformación en campeón de altos vuelos, capaz de confirmar su superioridad atlética y su temperamento de ganador. Con sus dos victorias logradas vestido de amarillo en el puerto del Portet y acto seguido en Luz Ardiden, el chaval de Komenda culminaba su transformación en campeón de altos vuelos, capaz de confirmar su superioridad atlética y su temperamento de ganador.
¡Una vez! Durante el resto de la carrera, tan solo se descolgó una vez el joven amo de la carrera, cuando Jonas Vingegaard probó suerte en el Mont Ventoux. El pulso duraría tan solo dos kilómetros, sin ceder al final tiempo ni en la cima ni en la meta en Malaucène. Los detractores de Pogačar y los comentaristas apuntan a este momento para mantener una ínfima esperanza de un posible talón de Aquiles, así como para señalar la supuesta debilidad de sus compañeros de filas en montaña. En realidad, el apoyo de sus gregarios resulta ante todo fundamental en llano y no en las cimas, un terreno donde no requiere ningún tipo de asistencia. Algo que quedó bien patente al pasar volando por las etapas pirenaicas. Con sus dos victorias logradas vestido de amarillo en el puerto del Portet y acto seguido en Luz Ardiden, el chaval de Komenda culminaba su transformación en campeón de altos vuelos, capaz de confirmar su superioridad atlética y su temperamento de ganador. El mismo Eddy Merckx no ha tardado en nombrar a este oso esloveno de los Pirineos el "nuevo caníbal".
Tras este doble recital, a Pogačar no le faltó talento para llegar a París como ganador: le bastó una octava posición en la contrarreloj de Saint-Emilion y una ventaja final de 5'20'' sobre Jonas Vingegaard para conseguir la victoria. Su facilidad, incluso elegancia, al bajar de la bicicleta culminan la transformación del joven en un hombre. Han pasado menos de 10 meses después del episodio de la Planche-des-Belles-Filles que supuso el salto de Pogačar a la notoriedad, estado sin miramientos con los más jóvenes. Sin embargo, los kilómetros pasados de amarillo en el Tour cuentan doble, triple y quíntuple en términos de madurez. El Tadej de 2021 es aún más grande.
