Se atribuye a Thomas Edison la frase: “Un genio es un 1% inspiración y un 99% transpiración”. En el ciclismo actual, ciertamente, la base del éxito es el trabajo: cada hora, cada día, durante meses, los corredores cumplen con una lista de tarea inagotable con una ciega determinación que raya la obsesión por mor del adagio que reza que ‘cada detalle cuenta’. Sin embargo, llega un momento en que pasan tanto tiempo con la cabeza metida debajo del agua que necesitan salir a respirar: puede ser autorizándose un trozo de tarta en el café, durmiendo hasta tarde con su pareja, o rubricando un resultado que les libera de la presión a la que han estado sometidos. A partir de ese primer éxito, el ciclista se inspira; a partir de ese primer éxito, le resulta más fácil inspirar a los demás.
Alpecin-Deceuninck ha firmado un arranque de Tour de Francia 2025 inmaculado. Su trabajo para las victorias de Jasper Philipsen y Mathieu Van der Poel en Lille y Boulogne-sur-Mer fue espectacular, del primer al último kilómetro. Son un equipo que sabe cuántos son recursos, cuáles sus objetivos, para qué corre. Centran el tiro en las clásicas y las grandes vueltas, y aciertan en la diana. Tras estos dos primeros triunfos, despojado de la túnica amarilla pero investido de verde, Philipsen habló de “prolongar la racha”. La jornada de Dunkerque es ideal para este propósito: bastante llana, con posibilidades de lluvia y viento de cara en la parte final para incomodar al más pintado, con varios puntos clave a los que sus Alpecin sabrán llegar bien colocados y sacar partido de su inspiración. Sin embargo, ahí estarán transpirando los Jonathan Milan (Lidl-Trek), Tim Merlier (Soudal-Quick Step), Dylan Groenewegen (Jayco-AlUla) o Biniam Girmay (Intermarché-Wanty). Ellos, y sus equipos, desean un éxito que les permita respirar; y buscarán con ahínco la inspiración a orillas del Mar del Norte.
