El mismo día que se apagó para siempre una de las mentes más lúcidas que jamás ha dado España, Francisco Ibáñez (Mortadelo, su Quijote), nació una estrella llamada a alumbrar el próximo decenio en la figura de Carlos Rodríguez (Morzine, su lugar de los Alpes de cuyo nombre querremos acordarnos). El granadino es el perfecto tercero en discordia para Jonas Vingegaard y Tadej Pogacar, para Pogacar y Vingegaard: la figura emergente que promete sumarse en un futuro a lo que hoy por hoy es un duelo de época. UAE Team Emirates escenificó su demostración de fuerza el viernes; Jumbo-Visma, el sábado. Todo para un puñado de segundos; todo en un puñado de segundos. Para fortuna de los espectadores y tensión de los protagonistas, es imposible saber de qué lado se va a decantar la balanza.
Quedan cuatro capítulos potencialmente decisivos en este Tour de Francia. El primero, hoy domingo, comprende un terreno accidentado: siempre por debajo de los 1.500 metros de altitud, se acumulan 4.300 de desnivel con cinco puertos categorizados y final en alto en Saint-Gervais Mont-Blanc para castigo y desesperación de un pelotón cada vez más minado y picado. Otra vez veremos a los Powless, Ciccone, Woods, Johannessen, Martínez… buscar la escapada con denuedo. Otra vez veremos a Pogacar y Vingegaard buscar segundos con el ahínco de quien anhela agua en el desierto. Del ingenio táctico de Jumbo-Visma y UAE Team Emirates, los dos equipos más fuertes de esta Grande Boucle con diferencia, dependerá la tónica de la etapa. Al ingenio de Ibáñez lo echaremos mucho de menos, especialmente, a partir del 24 de julio: el día después de París, cuando este Tour sea dorada historia.