Tanto Michael Woods como Matteo Jorgenson supieron distinguir cuál era el tren bueno camino del Puy de Dôme, jugando sus bazas a la perfección. Sólo ganó el canadiense porque en el ciclismo, como en la vida, para tener éxito es imprescindible hacer las cosas bien… pero hacer las cosas bien no es sinónimo de tener éxito. Todos vividos con la espada de Damocles de la realidad amenazando con cortar la cuerda de nuestras intenciones y nuestros deseos, tan arduamente trenzada por nuestro trabajo.
Todo el pelotón cree saber que el tren bueno camino de Issoire será la escapada; profecía autocumplida, lo será. El recorrido hacia la Auvernia está trazado con intención de que haya espectáculo: perfil de serrucho y cinco subidas puntuables, la primera de ellas nada más darse la salida. Rémi Cavagna (Soudal-Quick Step) querrá estar, porque corre en casa; Neilson Powless (EF Education-EasyPost) y Felix Gall (Ag2r-Citröen) también, porque el miércoles no hay puertos de entidad y, a estas alturas, los 13 puntos que habrá en juego son diferenciales en la clasificación de la Montaña. Por otra parte, es un lugar común que las etapas posteriores a una jornada de reposo siempre dan lugar a sorpresas. Quién sabe si la pelea por la escapada hará sufrir a algún ciclista inesperado hasta apearle del tren de un Tour de Francia cada vez más raudo.