Hay mil palabras pertinentes para definir Andorra, pero en contexto ciclista podríamos limitarnos a una: desnivel. En el país de los Pirineos abundan las carreteras que apuntan al cielo. Pocas hay que lo hagan con avaricia traducida en pendientes de doble dígito; bien al contrario, suelen ser ascensiones eternas y amables, ideales para el desgaste y para que el aliento se vaya perdiendo conforme el cuerpo gana altura. La 15ª etapa del Tour de Francia arranca a 187 metros de altitud en Céret y picará a 2408 en el Port d’Envalira; 2221 metros que hay que salvar pedalada a pedalada. Será la tercera jornada de alta montaña de esta Grande Boucle tras el escarceo del pasado domingo de los Alpes y la luna del miércoles en el Mont Ventoux, y promete cambiar el paisaje despejando la general, revelando debilidades y fortalezas de unos contendientes tan despuntados como deseosos de partirse los cuernos. Ésta será su primer oportunidad; Saint-Gaudens, Col de Portet y Luz Ardiden están en el horizonte, pero se antojan todavía lejanos en este Tour donde cada día suma y resta.
Retos deportivos
11 julio 2021
- 04:06
Andorra