Me salí de la carretera en los últimos 10 kilómetros. Es una de esas cosas que pasan: sabíamos que el final sería nervioso y traicionero, y la tensión no deja de ser parte del juego.
Estábamos en cabeza del pelotón cuando todo sucedió, así que hay poco que pudiéramos haber hecho para evitarlo.
El ciclismo es así, y todavía debo estar agradecido porque no he sufrido ninguna lesión. Todavía queda mucho de aquí a París.