París: un cuento con final feliz (6/6)

Hasta el final

La última etapa del Tour de Francia no presenta, en principio, dificultades insuperables para el pelotón, a pesar de su “mini puerto” que debería servir de halago al futuro ganador del maillot de la montaña. El circuito final vale más por el atrezzo y el prestigio del entorno que por lo que deportivamente representa. Sin embargo sí tiene mucho valor sentimental ya que se trata del final del camino y la confirmación del trabajo bien hecho para la mayoría de los corredores.

Para el grupo de sprinters que llegue hasta París, significa además la posibilidad de levantar una última vez los brazos al cruzar la línea de meta. Antes, se habrán visto las caras hasta en cinco o seis ocasiones: desde Utah Beach a Berne pasando por Angers y Limoges. Habrá pues cuentas pendientes y una intensa batalla para cruzar el primero la línea de meta y pelear por el maillot verde, si este siguiera en juego.

Lo tienen en mente…

Los que lo han vivido coinciden en señalar que una victoria al sprint en los Campos Elíseos es una sensación difícil de igualar. En la especialidad, a la glamurosa avenida parisina solo le puede llegar a hacer sombra la Vía Roma de San Remo. Mark Cavendish, único hombre del pelotón que puede presumir de haber ganado en ambas, no disimula su apego por la francesa. “Es mi 10º Tour de Francia y estoy aquí para ganar una etapa. Si pudiera ser la de París, mejor…porque es la más bonita”, confesaba el mayor coleccionador de etapas del pelotón. Muchos no llegarán hasta el final, pero al corredor de la Isla de Man no le faltarán rivales, especialmente motivados estarán Marcel Kittel y André Greipel que también han conocido la gloria de ganar la última etapa del Tour.

Pero la lista de candidatos a la victoria no se limita a los que ya han probado las mieles de una victoria en los Campos. El noruego Alexander Kristoff, ganador en Saint-Etienne y en Nîmes hace dos años quiere apuntarse el tanto para poder igualar a su compatriota Thor Hushovd. John Degenkolb también estará al acecho para completar un triplete de victorias que ya incluye la de San Remo y la lograda en el velódromo de Roubaix en 2015.

Los contadores estarán a cero para todos los aspirantes a la victoria de etapa, pero no para los que peleen por la clasificación por puntos que puede jugarse precisamente en esos últimos 100 metros. Casi intocable en las cuatro últimas ediciones, Peter Sagan, se enfrentará a unos rivales más tenaces que nunca: Michael Matthews, Brian Coquard (2º en 2015)…tendremos que esperar al domingo 24 de julio para conocer un desenlace que se jugará con la Plaza de la Concordia como telón de fondo.

Un poco de historia…

La meta final de las primeras ediciones del Tour, situada en el Parque de los Príncipes durante un tiempo y en el velódromo de la Cipale después, llegó a una nueva dimensión con la decisión de trasladarse al corazón de los Campos Elíseos, en 1975. El primero en estrenarse en este nuevo y prestigioso marco fue Bernard Thévenet, que recibió la felicitación del mismísimo Presidente de la República, Valéry Giscard d'Estaing por su maillot amarillo.

Desde entonces, la avenida se ha convertido en el escenario de sprints memorables (McEwen en 2002), caídas (Abdoujaparov en 1991), demostraciones de potencia sin igual (Cavendish en 2009…) y golpes de fuerza (Bernard Hinault en 1979, Eddy Seigneur en 1994…). Pero fue quizás en 1989 cuando los Campos Elíseos vibraron de forma más estrepitosa, cuando se jugó la victoria más ajustada de la historia del Tour: ocho segundos de ventaja para Greg LeMond por delante de Laurent Fignon. La decepción del francés, a pocos metros de la euforia de su verdugo americano, sigue siendo a día de hoy una de las escenas más impactantes de la tragedia en la que se convierte, de vez en cuanto, el Tour de Francia.

 

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