Quedan dos etapas del Tour de Francia 2025. La última, en París, lleva el aliciente escrito en ese recorrido estrenado en los Juegos Olímpicos que pasa por el Montmartre empinado y empedrado. La penúltima, este sábado entre Nantua y Pontalier, requiere un poco de escrutinio para revelar su belleza. Se trata de una jornada rompepiernas en el macizo del Jura, una joyita escondida en la frontera franco-suiza al norte de los Alpes. Aquí se han vívido jornadas memorables de la Grande Boucle. En Champagnole (km 93,9) culminó en 2020 una etapa dirimida mediante una fuga tardía y poderosísima de nombres como Sagan, Van Avermaet o el Trentin en su cénit, conquistada por Soren Kragh Andersen. En la propia Pontarlier, hace la friolera de 24 años, prosperó una de las últimas ‘fugas bidón’ de la historia de la gran ronda gala, que bajo una cortina de agua permitió a un jornalero de la gloria como François Simon vestirse de amarillo y al llorado kazajo Andrei Kivilev rozar el podio de París.
El factor más importante a la hora de interpretar la carrera será el hambre de los 14 equipos que todavía no han celebrado una victoria en este Tour de Francia. Los hay, como Movistar Team o Groupama-FDJ, que llevan la friolera de seis años sin hacerlo (desde 2019); o como el Tudor de Hirschi, Alaphilippe y Trentin que aspiran a no irse de vacío en su debut; y también hay casos como Intermarché-Wanty, secos después de emborracharse de triunfos con Biniam Girmay el año pasado y que hablan abiertamente de “salvar el Tour” con una diana a última hora. Estos serán los principales interesados por aprovechar las tempraneras subidas al Col de la Croix de la Serra (3ª, km 24,7) y la Côte de Valfin (4ª, km 45,1) para conformar una escapada favorable para sus bazas. La meteorología, con tormentas esperadas a partir de media etapa, pondrá de su parte para que sea una jornada caótica y perlada de momentos que apreciar antes de que el Tour, un verano más, se nos escurra entre los dedos.