Estoy orgulloso de sí mismo y de mi equipo. Ganar aquí es muy especial. Tengo 36 años, 37 este año… y no voy a rejuvenecer de repente. Mi gran objetivo deportivo era conseguir una victoria de etapa en el Tour de Francia y el tiempo se me estaba agotando. Me gustaría poder decir que esta victoria estaba perfectamente planeada pero, tal y como se planteó la carrera, lo cierto es que me tocó ser paciente: era el ciclista más vigilado y no podía dejarme llevar pensando en perseguir a Matteo Jorgenson y en que la victoria que se me estaba escapando. En el Puy de Dôme simplemente me centré en dar lo mejor de mí mismo. Es un triunfo muy parecido al que conseguí en La Vuelta 18: salida rápida, mucho juego táctico antes de la subida final… y al final conseguí hacerme con el triunfo, pese al sufrimiento. Es un sueño hecho realidad. Todas las bellísimas personas que tengo a mi alrededor, empezando por mi mujer y mis hijos, lo han hecho posible.
