¿A qué jugamos?
A todo el mundo se le pone la piel de gallina. La ascensión del Mont Ventoux es probablemente la más dura de todas las tradicionales del Tour. Y no solo por sus características técnicas. Con una longitud de 15,7 km y un desnivel medio de 8,8%, muestra valores similares a otras ascensiones de categoría especial. Sin embargo, el asalto del “dios del mal que exige un sacrificio”, como decía Roland Barthe, golpea las piernas y bloquea los pulmones de forma indescriptible. Su atmósfera única, con un decorado que se vuelve lunar, una vez pasado el bosque de los diez primeros kilómetros, la carretera se vuelve de nuevo empinada en los dos últimos kilómetros que llevan al Observatorio, lo que convierte este reto en una hora de sufrimiento en bicicleta, incluso para los grandes campeones. Por la muy particular secuencia de las etapas en esta edición 2016, la cita con el Ventoux tendrá lugar la víspera de una crono de doble filo en las Gargantas del Ardèche, de ahí la necesidad de saber medir las fuerzas. Aunque se trata de una estrategia que no resulta muy adecuada para encarar el monte calvo.
Seguro que lo tienen pensado…
Chris Froome ofrecía en el Mont Ventoux uno de sus recitales más impresionantes con su victoria en 2013, justo antes de lograr su primer maillot amarillo en París. En función de su posición en la jerarquía en la salida de esta 12ª etapa, el británico podría tener varios argumentos de peso para asestar (¿de nuevo?) un buen golpe a sus rivales, pero también otros tantos para conservar las piernas para la contrarreloj al día siguiente. Además de los favoritos, los recuerdos en esta ascensión pueden también ofrecer mucha confianza a Nairo Quintana, el único que ha cruzado la meta menos de un minuto después de Froome en 2013. Y si Richie Porte está en forma podría ir a por una victoria en el Ventoux para dejar claro, de una vez por todas, su estatus de aspirante al maillot amarillo.
El Ventoux también es un lugar ideal para un gran escalador en busca de una victoria prestigiosa. Además, al ser el 14 de julio, fiesta nacional francesa, los franceses tendrán una motivación adicional. Thibaut Pinot ha sumado ya el Alpe-d’Huez a su palmarés y destacar en el Ventoux en un día tan señalado podría ser el prólogo ideal antes de lucir su maillot de campeón de Francia de contrarreloj en Ardèche. Si por el contrario ganara en el Observatorio su rival por el título de mejor escalador francés, Romain Bardet, conseguiría que la balanza se inclinara hacia él. Aunque a menudo se cataloga a Warren Barguil a un nivel ligeramente inferior, esta podría ser su ocasión de colocarse a la altura de otros escaladores, mientras que para Pierre Rolland podría significar el colofón de su proyecto con Cannondale.
Un poco de historia
La lista de ganadores en el Ventoux parece una historia condensada del ciclismo en la montaña. La primera vez que se fijó una meta del Tour en el gigante de la Provenza, en 1958, se trataba de una contrarreloj. El ganador fue el luxemburgués Charly Gaul, máxima referencia en ascensiones. A continuación, se impondría Raymond Poulidor en 1965. Sin embargo, cabe destacar el año 1970, muy paradigmático de los misterios del Ventoux. En aquel momento, Eddy Merckx disponía de una ventaja de 6 minutos sobre Zoetemelk, aunque su sed de vitorias no estaba aún colmada. Una vez más, el Caníbal humillaba a sus adversarios, a los que dejaba considerablemente atrás. Sin embargo, ya en la cima, el corredor belga se sintió indispuesto, lo que le obligó a reducir el momento protocolario para bajar en ambulancia a su hotel. Pese a todo ya estaba bien encauzado su segundo título en el Tour.