42º, decían los termómetros en la meta de ayer en Issoire; y eso que sólo medían la temperatura, porque el mercurio no es sensible al esfuerzo ni a las emociones. Viviremos jornadas más determinantes, pero difícilmente una más significativa que el triunfo de Pello Bilbao (Bahrain Victorious) por Gino, por Gino Mäder, por Mäder el que se mató en la Vuelta a Suiza, por Gino el que dejó un recuerdo indeleble en quienes le conocieron, por ese chico cuya pérdida nos hizo dudar de nuestra inmortalidad sobre la bicicleta.
El día después, los corredores partirán con una tremenda paliza física y psicológica en el cuerpo, sin resuello y deshidratado por el titánico ejercicio de coraje que supuso la travesía incandescente por tierra de volcanes. Desde Clermont-Ferrand se prevé un viaje más bien placentero. El terreno es traicionero en la primera mitad del día, y los organismos estarán más bien al límite; he ahí la posibilidad de sorpresa. Los conjuntos potentes y con velocistas potencialmente ganadores son varios; he ahí la probabilidad de un desenlace previsible. Dicen que de ayer a hoy bajará la temperatura: seguramente será así, pero qué inolvidable fue aquel martes, en Issoire, con Pello y con Gino, a 42º.
