Hay macizos montañosos que se reconocen por su altimetría. Pocos hay que puedan ofrecer la que proveen este miércoles los Alpes: un diente de sierra, con dos puertos de categoría especial y uno de primera, todos ellos mucho más allá de los diez kilómetros de esfuerzo, prácticamente consecutivos, sin tramo de llano para separarles y ofrecer un respiro a los corredores entre rápido descenso pedaleable y extenuante media hora larga de escalada.
Montée de Bisanne (HC, 12,4 km al 8,2%), Col du Pré (HC, 12,6 km al 7,7%) y La Rosière (1ª, 17,6 km al 5,8%) se concentran en tan solo 108 kilómetros, con una subida hasta la cima del Cormet de Roselend (2ª, 5,7 km al 6,5%) entre el penúltimo y el último puerto a modo de golpe de gracia. Serán algo más de tres horas de etapa muy exigentes, ideales para que una escapada potente deje sin respuesta al pelotón o un favorito con ganas de guerra se lance desde lejos. Un auténtico desafío en el cual no primará tanto el fondo como la explosividad.